domingo, 22 de febrero de 2015
Ética Profesional
Ética Profesional
Concepto
Menéndez (1983) define la ética profesional como “la
ciencia normativa que estudia los deberes y los derechos de los
profesionistas”(p. 12). Escobar (1989) expresa: “Moral profesional es el conjunto
de facultades y obligaciones que tiene el individuo en virtud dela sociedad” (p.
135) y Rodríguez (1989) comenta: La ética profesional abarca a los ámbitos de trabajo,
y se propone la conciencia de responsabilidad en el cumplimiento del mismo” (p.
210).
Ya que la existencia de la moral profesional en la
sociedad es consecuencia de la división profesional del trabajo establecida
históricamente, la ética profesional no es un simple termino a cumplir en la sociedad,
sino que en ella influyen diversos factores. Los que hacen que no pueda ser
otros, asumen inmediatamente determinadas obligaciones ante los que aprovechan
sus servicios. En algunos casos para ello se necesitaron códigos especiales,
“juramentos” capaces de sostener el prestigio moral de los grupos profesionales
en la sociedad, infundir confianza en ellos y asegurar a las premisas morales
favorables para su desarrollo.
La importancia de la ética profesional radica en los
siguientes puntos:
Analiza los principios fundamentales de la moral
individual y social y los pone de relieve en el estudio de los deberes
profesionales.
Trata permanentemente y vigorosamente al combatir el
divorcio que se ha pretendido establecer entre las ideas y la vida, o sea, la
otra actividad negativa del profesionalismo que se dice para su interior.
Función
El profesional no se ha profesional por el simple hecho de conocer, sino
que su saber implica una responsabilidad social. La profesión, cualquiera que
sea, tiene una función social.
El profesional se prepara para prestar un servicio a la sociedad, en su
área de conocimiento. Esta será la forma en que este contribuya con el
desarrollo de la sociedad.
Podría el profesional decir que no tiene ningún tipo de compromiso con
la sociedad, porque esta no ha intervenido en la inversión que tuvo que hacer
para logar su titulación.
Esta sería una afirmación muy pobre porque con ella sencillamente demuestra
que tiene una concepción muy pobre de su ser profesional. La profesión le queda
grande, así como cuando una persona de cabeza pequeña se pone un sombrero muy
grande.
Hacer una gran inversión de tiempo, dinero y esfuerzo para limitarse
luego a enganchar un título en la pared representa una victoria pírrica. Es no
ponerte a la altura de la profesión que acabas de conquistar.
Quien no sirve a los demás, sencillamente no sirve. Reducir tu servicio
profesional es reducir tu persona y tu profesión. Mientras más personas se
sirven de tu servicio, mayor es tu valor profesional.
Toda profesión es para el servicio de la sociedad, independientemente de
que tú lo entiendas o no. ¡Qué bueno que el profesional este consciente de la
nobleza de su profesión! Eso le hace noble a él también. Pero si te haces
profesional y no entiendes que la profesión es para servir a los demás, eso no
le quita nobleza a la profesión, sino a ti como profesional.
¡Qué pena que no te hayas puesto a la altura de tu profesión!
Origen
El término deontología procede del griego: to
deon (lo
conveniente, lo debido) y logía (conocimiento, estudio…); lo que
significa, en términos generales, el estudio o la ciencia de lo debido. El
objeto de estudio de la Deontología son los fundamentos del deber y las normas
morales. El concepto de deontología fue acuñado por Jeremías Bentham en su obra Deontología o ciencia de la moral,
donde ofrece una visión novedosa de esta disciplina. Para Bentham, la
deontología se aplica fundamentalmente al ámbito de la moral; es decir, a
aquellas conductas del hombre que no forman parte de las hipótesis normativas del
derecho vigente, aquellas acciones que no están sometidas al control de la
legislación pública. Esto sugiere una de las intenciones de la redacción de los
códigos deontológicos: explicitar la dimensión estrictamente moral de una
profesión, aquellos comportamientos exigibles a unos profesionales, aunque no
estén delimitados jurídicamente, o quizá, por ello mismo.
La primera alusión al término deontología la
hizo Bentham en su obra Science
de la Morale (París, 1832).
Con ella quería dotar de un enfoque algo más liberal al concepto ética y
convertir en un concepto laico el término, hasta entonces religioso, moral. En
otras palabras, pretendía lograr la fórmula kantiana, esquivando la carga de
subjetividad de la moral y la ética. En "Deontología o ciencia de la
moral" busca elracionalismo, con un mecanicismo casi matemático con
el que valorar los comportamientos por su utilidad. Sin embargo, el intento de
Bentham por cambiar el contenido de la moralidad por un concepto más “aséptico”
y menos valorativo, no logró esa transformación por el mero hecho de acuñar un
nuevo término. Es decir, aun hoy, cuando nos referimos al término deontología,
seguimos relacionando está con la ética y/o la moral.
Bentham considera que la base de la
deontología es el utilitarismo, lo que significa que los actos de las personas
se consideran buenos o malos en función de la felicidad global que puedan
generar. Según este marco teórico, el fin de una acción debe ser conseguir la
máxima felicidad para el mayor número de personas. De este modo, toda acción
que conduzca a ese fin, será aceptada como moralmente correcta.
¿Qué es aquello a lo que podemos denominar
bien en sí o bien incondicional? En nuestro contexto sociocultural actual, es
la dignidad de cada persona, que debe ser admitida y garantizada jurídicamente
y defendida políticamente. La dignidad es aquello que debe constituir el núcleo
principal de toda ética filosófica y de toda deontología profesional que se
precie.
Emmanuel Derieux sostuvo que, gracias a la
deontología, la ética profesional adquiere un reconocimiento público; y es que
la moral individual se hace trascendente en el campo de la profesión. La
deontología surge como una disciplina que se ocupa de concretar normas en el
ámbito profesional para alcanzar unos fines.
Como dice P.Barroso en el Diccionario de ciencias y técnicas
de comunicación, “Ética es la ciencia filosófico-normativo y
teórico-práctica que estudia los aspectos individuales y sociales de la persona
a tenor de la moralidad de los actos humanos, bajo el prisma de la razón
humana, teniendo siempre como fin el bien honesto, la honestidad”. A partir de
esta definición se deduce su:
Objeto material:
realidad que constituye el objeto de estudio. En ética es la persona, el ser y
la configutración virtuosa o viciosa que se dé a sí o cada uno a través de las
acciones. Son susceptibles de calificarse como éticas pues, las acciones
humanas que son libres (dependen de la voluntad de la persona).Formal.
Punto de vista según el cual las acciones son calificadas como buenas o malas.
Se denominamoralidad y se basa en valores y normas.
Conocimiento (Ciencia):
Aquello que se sabe de manera cierta y sus causas. Doctrina ordenada que
constituye una rama particular del saber humano. Disciplina filosófica. La ética
como disciplina filosófica intenta a través de métodos de análisis y
experiencia propios de la filosofía, elaborar los conceptos y argumentos para
comprender la dimensión moral de la persona.
La moral se puede justificar desde tres
perspectivas: la Metaética (viendo qué son los juicios morales como juicios de
valor), la Ética normativa y mediante la propuesta de unas reglas práctias para
la discusión, escapando del "todo vale".
Metaética: Con este término se
designa al estudio sobre la significación, el sentido y la evolución histórica
de los conceptos éticos. En un principio se distinguen dos grandes grupos de
teorías: Las Cognoscitivistas o Descriptivistas (dicen que podemos conocer la
ética o moral en términos de conocimiento verdadero) y las No cognoscitivistas
o no descriptivas (en las que no cabe conocimiento propiamente dicho). Dentro
de lasDescriptivistas,
distinguimos las naturalistas (sostienen que los términos éticos describen
propiedades observables de las cosas); con el utilitarismo como ejemplo. Y, por
otro lado, las teorías no naturalistas (creen que los juicios de valor son
verdaderos o falsos, pero las características de las cosas no son observables
por la experiencia); con el intuicionismo como ejemplo. Dentro de las teorías No Descriptivistas, podemos encontrar el Emotivismo (que sostiene
que con afirmaciones morales no expresamos conocimiento, sino emociones con las
que intentamos influir o incidir en las emociones y comportamientos de los
demás); y el Prescriptivismo (que enuncia que al hacer juicios morales no
describimos las cosas "que son", sino "las que deberían
ser"; es decir, expresamos imperativos, enunciamos normas).
Ética normativa: Distinguimos las teorías
Deontológicas y Teleológicas; incluyendo un tercer grupo: la Ética de la
virtud. A grandes rasgos, exponemos las principales diferencias. Las Teorías
Deontológicas que tienen como concepto principal el "deber previamente
establecido", están inspiradas en Kant. Las Teorías Teleológicas se basan
en las consecuencias, y su corriente principal es el utilitarismo. Y, la Ética
de la virtud se basa en las actitudes de las personas, con la corriente de
Aristóteles como base teórica.
Podemos señalar una serie de características
que conforman la Ética de la
Virtud según Aristóteles.
Para Aristóteles, el orden social en los
modos de vida está directamente ligado con el orden natural de los mismos.
Aristóteles considera que, lo bueno es hacia lo que tienden las cosas de forma
natural. Dicho de otra forma, todo aquello que es natural es, según este autor,
bueno.
Sin embargo, esta teoría no está libre de
crítica. Es, precisamente, la absolutización de su postura la que genera más
desacuerdo, ya que no podemos probar, a ciencia cierta, que lo natural puro
exista. Por otra parte, muchas cosas de las que consideramos
"naturales", nos vienen dadas por la cultura. Además, no podemos
olvidar el hecho de que la naturaleza evoluciona, no es estática, por lo que si
ésta es susceptible de cambio, lo bueno también se vería afectado.
Propuesta
intermedia: La
vía intermedia se basaría en una idea prescriptivista y también en una
perspectiva deontologista. Pero esto no significa que sea incompatible con
otros puntos de vista. Es una propuesta teórica, a la par que práctica. Sus
principales características serían: un punto de vista moral, el diálogo, la
racionalidad práctica y la coherencia y universalidad (relacionadas con la idea
de imparcialidad).
Podemos señalar una serie de características
que conforman la deontología
kantiana.
Kant, al definir la deontología, hace
referencia al deber y a las obligaciones, no nos habla de una ética relacionada
con el porvenir del hombre, de sus objetivos o de sus aspiraciones en la vida,
más bien, enfoca la ética a una ética
del deber, la cual establece pautas de comportamiento que se deben seguir o
leyes que regulan a los ciudadanos.
Se podría considerar como una ética
independiente y formal si tenemos en cuenta que no ofrece contenidos, no
establece pautas para llevar una vida que se pueda considerar “buena" o
“mala”.
Mencionar por último, su implicación con el
criterio de capacidad de universalización, que posibilita diferenciar entre
máximas de tipo moral y las que no lo son.
Al igual que sucede con la teoría de
Aristóteles, la teoría de Kant también es objeto de crítica:
En primer lugar, a Kant se le puede criticar
que, al relacionar la ética con cómo deben hacerse las cosas, está
universalizando el concepto, porque presupone que todos debemos entenderla del
mismo modo. No obstante, la ética está ligada a la moral, y ésta también es
particular a cada persona. Por lo tanto, probablemente el deber, no es visto
igual por todos.
En segundo lugar, Kant establece cómo hay que
actuar, pero no nos dice si eso es bueno o no. La ética no se refiere sólo a la
forma, sino también al fondo de las cosas.
Por último, Kant olvida por completo el
sentimiento humano: según él tenemos que actuar en base al deber y no en base a
lo que de verdad queremos hacer. En este sentido, actuar conforme al deber nos
aleja de la felicidad.
Meta
El objetivo de la ética en el terreno de la práctica
profesional, es principalmente, la aplicación de las normas morales, fundadas
en la honradez, la cortesía y el honor.
Todo profesional está y debe estar sometido a
controles sociales más o menos rigurosos que permitan exigirle
responsabilidades de muy diversa índole en relación con sus actos, de ahí la
necesidad de establecer unos principios éticos. Independientemente de la propia
conciencia, que debiera ser quién más rigiera el cumplimiento de los códigos
morales, existe la figura de los colegios profesionales para mantener, promover
y defender la deontología. Éstos vigilan el cumplimiento de determinados
niveles de exigencia, de competencia y de calidad en el desempeño del trabajo
de sus colegiados.
El Estado, al convertir a los colegios
profesionales en corporaciones a través de mecanismos legales, propicia el modo
de mantener la deontología profesional. Les encarga funciones públicas y les
dota de la potestad de imponer una determinada disciplina a todos los
profesionales pertenecientes a este colectivo.
Para que se pueda pedir responsabilidad por
actuaciones profesionales se precisan dos requisitos: la independencia y la
libertad. El profesional debe ser independiente en el momento de tomar decisiones
y debe ser enteramente libre de ejecutarlas.
La deontología es de sumo interés para el
mundo profesional, y en concreto, para profesiones que comportan una elevada
responsabilidad social (médicos, abogados, docentes, psicólogos, periodistas…).
Esa deontología busca un equilibrio entre un determinado estilo de vida
moral (lo que antes denominábamos êthos o carácter moral) y un alto nivel de
profesionalidad técnico-científica. Esta doble dimensión ha de tratarse con
armonía y equilibrio para una mayor dignificación de cualquier actividad
laboral.
Apliacación
La Ética Profesional es importante porque ayuda a los
profesionales a reflexionar los dilemas éticos específicos que le plantea su
práctica y constituye además un aporte a toda persona que
descubra la necesidad de emprender este camino de progresiva humanización.
Todo
trabajador tiene o debe desarrollar una ética profesional que defina la lealtad
que le debe a su trabajo, profesión, empresa y
compañeros de labor. Villarini (1994) describe que "la ética de una
profesión es un conjunto de normas, en términos de los cuales definimos como buenas o
malas una práctica y relaciones profesionales. El bien se refiere aquí a que la
profesión constituye una comunidad dirigida
al logro de una cierta finalidad: la prestación de un servicio". Señala, además, que hay tres
tipos de condiciones o imperativos éticos profesionales: competencia -
exige que la persona tenga los conocimientos, destrezas y actitudes para
prestar un servicio al cliente - la
actividad profesional sólo es buena en el sentido moral si se pone al servicio
del cliente solidaridad -
las relaciones de respeto y
colaboración que se establecen entre sus miembros.
Para
lograr en los empleados una conciencia ética profesional bien desarrollada es
que se establecen los cánones o códigos de ética. En éstos se concentran los valores organizacionales,
base en que todo trabajador deberá orientar su comportamiento, y se establecen normas o
directrices para hacer cumplir los deberes de su profesión.
En
virtud de la finalidad propia de su profesión, el trabajador debe cumplir con
unos deberes, pero también es merecedor o acreedor de unos derechos. Es importante saber distinguir hasta dónde él debe
cumplir con un deber y a la misma vez saber cuáles son sus derechos. En la
medida que él cumpla con un deber, no debe preocuparse por los conflictos que
pueda encarar al exigir sus derechos. Lo importante es ser modelo de
lo que es ser profesional y moralmente ético. Por ejemplo, un deber del
profesional es tener solidaridad o compañerismo en la ayuda mutua para lograr
los objetivos propios
de su empresa y, por consiguiente, tener el derecho de rehusar una tarea que
sea de carácter inmoral,
no ético, sin ser víctima de represalia, aun cuando esto también sea para
lograr un objetivo de la empresa. Al actuar de esa manera demuestra su asertividad en
la toma de decisiones éticas, mientras cumple con sus deberes y hace valer sus
derechos. Además, demostrará su honestidad, que es el primer paso de toda conducta ética,
ya que si no se es honesto, no se puede ser ético. Cuando se deja la honestidad
fuera de la ética, se falta al código de ética, lo cual induce al profesional a
exhibir conducta inmoral y antiética.
Hay
tres factores generales que influyen en el individuo al
tomar decisiones éticas o antiéticas (Ferrell, 87-96), los cuales son:
1. Valores individuales - La actitud, experiencias y conocimientos del
individuo y de la cultura en
que se encuentra le ayudará a determinar qué es lo correcto o incorrecto de una acción.
2. Comportamiento y valores de
otros - Las influencias buenas o malas de personas importantes en
la vida del individuo, tales como los padres, amigos, compañeros, maestros,
supervisores, líderes políticos y religiosos le dirigirán su comportamiento al
tomar una decisión.
3. Código oficial de ética - Este código dirige el comportamiento ético del
empleado, mientras que sin él podría tomar decisiones antiéticas.
Un
aumento en las regulaciones rígidas en el trabajo a
través de los códigos de ética ayudará a disminuir los problemas éticos, pero
de seguro no se
podrá eliminarlos totalmente. Esto es así, debido a las características propias
de la ética que establecen que ésta varía de persona a persona, lo que es bueno
para uno puede ser malo para otro; está basada en nuestras ideas sociales de lo
que es correcto o incorrecto; varía de cultura a cultura, lo cual no se puede
evaluar un país con las normas de otro; y está determinada parcialmente por el
individuo y por el contexto cultural en donde ocurre. No obstante, el
profesional debe reconocer que necesita de la ética para ser sensible a los
interrogantes morales, conocer cómo definir conflictos de valores, analizar
disyuntivas y tomar decisiones en la solución de problemas.
Efecto en la sociedad
La cultura es el conjunto de todas las formas y
expresiones que puede manifestar una determinada sociedad. Incluye costumbres,
prácticas, códigos, normas, reglas y todas las formas posibles de ser,
vestirse, de vivir una religión, rituales o creencias.
La transmisión cultural es algo que se hace al interior
de cada cultura y dentro de una sociedad, lo cual haría pensar que cada quien
enseñaría en su cultura y solamente los principios de su cultura, haciendo a un
lado, ignorando o rechazando los principios de otras culturas. En este sentido,
la transmisión cultural sería eminentemente etnocéntrica, es decir, enfocada
únicamente hacia sí misma.
La transformación del medio ambiente y la construcción de
nuevos entornos es una cualidad netamente humana, lo cual se logra mediante la
puesta en práctica de las capacidades, e inteligencia humana, así como de la
tecnología: la tecnología también es un elemento de la cultura.
La tecnología juega un papel fundamental en la cultura
desde el momento que su orientación básica es para la construcción, es decir,
para cambiar el entorno o el ambiente en que se vive.; la tecnología cambia el
entorno, lo enriquece, lo renueva o lo transforma, por lo que el hombre siempre
se encuentra en nuevos ambientes y con nuevos elementos que dan nuevos
significados a o ya conocido.
La globalización impacta a las sociedades en general, las
reconfigura y llega a formar una nueva sociedad, otorga nuevas expresiones para
los individuos y grupos, influye también en la forma en que el hombre se piensa
a sí mismo y la manera en que se ubica en la sociedad contemporánea.
La globalización se funda sobre una estructura de
comunicación entendida, como intercambio de información, la cual es
constitutiva de un mundo tan dinámico Lo que le da carácter a la comunicación
en la globalización, no es la comunicación en sí misma, sino la necesidad de
generar e intercambiar información de todos los aspectos de la vida social,
para poder hacer la vida social.
El conocimiento es producto de la actividad social,
puesto que se produce en la interacción entre individuos que se proponen
resolver problemas comunes o colectivos o que se proponen establecer nuevas
relaciones sociales, por lo que, en un sentido de interactividad, la sociedad
requiere del conocimiento para seguir existiendo, y obviamente, para mantener
el sentido de historicidad y de dinámica en la cultura.
Como orientación básica de la sociedad actual, el
conocimiento tiene que ser analizado un poco más puntualmente, por lo que se
pueden reconocer en él ciertas características relevantes que lo diferencian de
los demás bienes y servicios disponibles en la sociedad:
1) la gran
cantidad de conocimientos producidos implica que éstos deben ser organizados y
almacenados o grabados para ser puestos a disposición de todos, lo cual lleva a
su difusión continua y creciente a través de todos los medios.
2) La
innovación es una constante en el conocimiento, en virtud de que éste siempre
se debe revisar, ya sea para cambiar o para confirmar lo que existe, pero lo
nuevo en la actualidad es la velocidad con la que los conocimientos y sus aplicaciones
son renovados.
3) El
conocimiento forma comunidades científicas, compuestas de profesionales
especializados, quienes hacen que la generación y aplicación del conocimiento
se haga de una manera mucho más efectiva.
4) Sin los
medios electrónicos las tareas anteriores no se podrían cumplir, por lo que se
puede afirmar la dependencia de la sociedad del conocimiento de estos medios.
5) La
justificación de las actividades del conocimiento y de la sociedad del
conocimiento misma, se da en razón de su utilidad o en la búsqueda de
aplicación inmediata de los conocimientos, por lo que la orientación por la
cual se guía la producción, difusión y dinámica del conocimiento es este
sentido práctico.
El comportamiento ético de los profesionistas se ve
orientado por los principios de la organización económica o por la institución
para la que trabaja, confiriendo nuevos significados a su actuación.
Las sociedades son sistemas continuamente cambiantes, de
manera que las transformaciones son un modo permanente de existencia y abarcan
todos los niveles y procesos, independientemente de la voluntad de los agentes
sociales.
Las normas implican una aceptación universal impuesta,
mientras que no debemos ni podemos imponer los valores a aquellos conciudadanos
que no los comparten.
En el actual mundo globalizado, se presentan una serie de
fenómenos que tienen consecuencias, por las consideraciones sobre el
comportamiento ético; una de ellas es la aparición del pluralismo ético, es
decir la aceptación de que no todos los seres humanos se rigen por las mismas
normas y valores, y en consecuencia, no todos los seres humanos compartimos los
mismos juicios sobre la importancia de ciertas acciones.
La ética facilita el desempeño honesto de la profesión e
indica el camino que conciliar los intereses personales con los de la
comunidad, ya que nos da las bases para: ser veraces, ࠬuchar por la justicia,
ser ordenados y disciplinados, seguir las normas y protocolos establecidos.
Efecto en las organizaciones
En una organización, vendrían a ser las creencias
radicadas en el negocio y en su gente para guiar la estrategia organizacional.
La ética empresarial está ajustada para desvanecer conflictos existentes en la
organización mediante una reflexión moral que ayude el trazo de las discusiones
y maniobras con acuerdos justificados apropiados a la conducta (Cortina, 1996).
Losrecursoshumanos.com al respecto nos aportan, que hay
muchas razones para plantearse la necesidad de una ética de las organizaciones
como ámbito de estudio específico de la ética aplicada. Una de las más
sobresalientes es que la ética corporativa ha de hacerse pública; no puede
quedar como habitualmente sucede en las convicciones morales individuales, en
el "fuero interno".
Enfrentadas a sus responsabilidades, las organizaciones
no pueden albergar "sentimientos" morales (culpabilidad, vergüenza,
orgullo, sentido del deber) como les sucede a las personas que han tenido
alguna educación moral. Las organizaciones han de responder a sus responsabilidades
con decisiones colectivas.
El que una organización deba responsabilizarse de sus
actos no es nuevo. En todos los países desarrollados hay legislación detallada,
civil, penal, laboral, administrativa, mercantil, que especifica que
responsabilidades tienen las personas y las corporaciones. En los países
desarrollados hay además sistemas judiciales suficientemente fiables que tratan
de imponer las responsabilidades legales cuando es necesario. Lo que es nuevo
es la conciencia social de que esa responsabilidad corporativa existe, y que
debe hacerse efectiva incluso cuando la ley no alcanza a imponerla. por ejemplo
cuando atañe a hechos realizados fuera de las fronteras del país de
nacionalidad de la corporación, cuando ninguna ley protege el bien afectado o
cuando el procedimiento de reparación judicial es tan lento que resulta inútil.
en estos casos, y en muchos toros, agentes externos e internos presionan
directamente a la organización, en la medida que pueden para que se
responsabilicen de sus acciones, al margen de si tienen o no una obligación
legal de hacerlo.
Pedro Francés, Ángel Borrego y Carmen Velajos, nos
indican que la ética empresarial es una rama de la ética aplicada. Se ocupa del
estudio de las cuestiones normativas de naturaleza moral que se plantean en el
mundo de lo negocios. La gestión empresarial, la organización de una
corporación, las conductas en el mercado, las decisiones comerciales, etc. La
ética empresarial se distingue, por un lado, de las ciencias empresariales o
económicas puramente descriptivas (sin pretensiones normativas) tales como la
econometría o la historia económica. Por otro lado, se diferencia de saberes
con pretensiones normativas pero no de naturaleza moral, tales como la economía
política o la contabilidad. Todas las ciencias con pretensiones normativas han
de confrontar en algún momento sus supuestos normativos con preguntas como
¿cual es el fundamento de la pretensión normativa de esta ciencia? ¿en qué
certezas basa su pretensión de proponer criterios justificados para la decisión
y la acción? ¿son estos criterios universalmente válidos? etc.
La ética empresarial como disciplina académica suele
abarcar uno o más de los siguientes temas: el estudio de los principios morales
aplicables a la vida económica y empresarial; el estudio y crítica de los
valores efectivamente dominantes en el ámbito económico en general y en cada
una de las organizaciones, el análisis de casos reales que ejemplifican la
responsabilidad de las organizaciones y de sus diversos constituyentes; el desarrollo
de cuerpos normativos voluntarios o procedimientos estandarizados de gestión
basados en principios y valores éticos; el seguimiento y descripción de la
importación de estos códigos y procedimientos en organizaciones concretas, así
como la observación de sus efectos en las propias organizaciones y su entorno.
Toda empresa, organización debe estar respaldada de un
código ético por donde se rigen todo su personal, además, de su responsabilidad
social de cumplir con la comunidad donde opera, con su clientes.
También se ocupa con frecuencia la ética empresarial del
estudio de las virtudes personales que han de estar presente en el mundo de los
negocios. Se trata de mostrar que tales virtudes forman parte de la correcta
comprensión de lo que es una buena vida para un directivo, para el grupo de
personas que forman una organización o para la sociedad más amplia en que la
organización misma se integra.
Las empresas deben resguardarse además en pro de
conservar su ética, y garantizarla, el avalarse de Códigos de ética, más como
se ha escrito sobre ello, que una economía globalizada y orientada a
consumidores e inversores, los escándalos financieros, los desastres ecológicos
o la injusticia en el comercio y las relaciones de trabajo han dejado de ser
sólo un problema legal. Hace tiempo que las grandes corporaciones aprendieron
que las mayores sanciones que pueden sufrir no son las impuestas por los
gobiernos, sino la pérdida de su reputación y de la confianza de los mercados.
En este contexto la gestión de la responsabilidad corporativa se hace cada vez
más relevante no sólo como parte de la gestión del riesgo o de una política
eficaz de relaciones públicas, sino como parte integral de la dirección y la
organización de las empresas. Con una ética que de confianza, respalde la
operatividad de la empresa.
Por último, consideremos la importancia de tomar en
cuenta lo que representan los código de ética y sobre ellos, señala Roberto de
Michele, un abogado especializado en consultoría de empresas, que los dos
aspectos fundamentales de los códigos de ética empresarial son: Las reglas que
surgen a partir de la decisión del top management de la organización. La idea
es que los miembros de la compañía cumplan los objetivos sin perder la
coherencia respecto a los objetivos establecidos por sus líderes.
Efecto en el turismo
La preparación del Código Ético Mundial para el Turismo
se pidió en una resolución de la Asamblea General de la OMT que fue adoptada en
la reunión que se celebró en Estambul en 1997. En los dos años siguientes, se
constituyó un Comité Especial sobre la preparación del Código Ético Mundial
para el Turismo, y el Secretario General y el Consejero Jurídico de la OMT
prepararon un documento preliminar en consulta con el Consejo Empresarial, con
las Comisiones Regionales, y con el Consejo Ejecutivo de la Organización. La
Comisión de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, reunida en
Nueva York en abril de 1999, aprobó el concepto del Código y pidió a la OMT que
recabara nuevas aportaciones del sector privado, de las organizaciones no
gubernamentales y de las organizaciones sindicales. Se recibieron observaciones
escritas sobre el Código de más de 70 Estados Miembros de la OMT y otras
entidades. El mismo fue adoptado por la resolución A/RES/406(XIII) de la
decimotercera Asamblea General de la OMT (Santiago de Chile, 27 de diciembre-1
de octubre de 1999). El Código Ético Mundial para el Turismo es, por tanto, la
culminación de un completo proceso de consulta.
La importancia del Código Ético Mundial para el Turismo
radica en que este servirá de marco de referencia para los diferentes
interesados en el sector del turismo, donde su principal objetivo se acentúa en
reducir al mínimo los impactos negativos del turismo sobre el medio ambiente y
el patrimonio cultural; esto a su vez permite que se aprovechen al máximo los
beneficios del turismo en la promoción del desarrollo sostenible, menos
pobreza, así como el entendimiento entre las naciones. En este código se enuncian
los principios que deben guiar el desarrollo del turismo y que servirá de punto
de referencia para los diferentes interesados en el sector del turismo. Por
otra parte el mismo subraya la necesidad de promover un turismo responsable y
sostenible que pueda ser beneficioso para todos los sectores de la sociedad;
por lo que invita a los gobiernos y a otros interesados en el tema del turismo
a estudiar la posibilidad de introducir, según proceda, el contenido del Código
Ético Mundial para el Turismo en las correspondientes leyes, normas y prácticas
profesionales. El Código comprende que señalan las "reglas del juego"
para los destinos, los gobiernos, los tour operadores, los promotores, los
agentes de viajes, los empleados y los propios viajeros. El se refiere a la
solución de litigios y es el que, por primera vez, dota de un mecanismo de
aplicación a un código de este tipo. Los diez artículos que lo componen fueron
aprobados por unanimidad en la reunión de la Asamblea General de la OMT en
Santiago de Chile, en octubre de 1999. Aunque no es un documento jurídicamente
vinculante, su décimo artículo estipula un mecanismo de aplicación, de carácter
voluntario, mediante reconocimiento del papel del Comité Mundial de Ética del
Turismo, al que los interesados pueden trasladar, con carácter voluntario,
cualquier litigio respecto a la aplicación e interpretación del Código. En
Costa Rica el Código se incluye en los procesos de Planificación Turística,
incorporándose en la actualización del Plan Nacional de Desarrollo Turístico.
FUENTE:
http://www.monografias.com/trabajos82/sociedad-etica-profesional/sociedad-etica-profesional2.shtml#laeticaena#ixzz3SXYChDYR
Manual de Ética Profesional. Prof. Luis Federico Santana.
miércoles, 4 de febrero de 2015
Asertividad
Asertividad
La asertividad es una parte
esencial de las habilidades sociales que reúne las actitudes y pensamientos que
favorecen la autoafirmación como personas y la defensa de los derechos propios
con respeto, es decir sin agredir ni permitir ser agredido.
La comunicación asertiva es una
forma de expresión honesta, directa y equilibrada, que tiene el propósito de
comunicar nuestros pensamientos e ideas o defender nuestros intereses o
derechos sin la intención de perjudicar a nadie, es decir de acuerdo con el
principio que debe regir nuestros actos: el principio de no dañar a otro
(naeminen ladere).
Las consecuencias de adoptar una
conducta asertiva son las siguientes, según Roca:
· “Facilita la comunicación y minimiza la posibilidad
de que los demás malinterpreten nuestros mensajes. Ayuda a mantener relaciones interpersonales más
satisfactorias.Aumenta las posibilidades de conseguir lo que
deseamos. Incrementa las satisfacciones y reduce las
molestias y conflictos producidos por la convivencia. Mejora la autoestima. Favorece las emociones positivas en uno mismo y
los demás. Quienes se relacionan con una persona asertiva
obtienen una comunicación clara y no manipuladora, se sienten respetados y
perciben que el otro se siente bien con ellos.”
Fundamentalmente, cuando nos referimos a las
conductas no asertivas aludimos a la inhibición y a la agresividad. La
inhibición es una forma de comportamiento no asertivo que se caracteriza por la
subordinación, el sometimiento, la pasividad y la dependencia de los demás,
esperando su aprobación. Según Roca, una persona inhibida tiene “la tendencia a
adaptarse excesivamente a las reglas externas o a los deseos de los demás, sin
tener suficientemente en cuenta los propios intereses, sentimientos, derechos,
opiniones y deseos“. En cambio, la agresividad es la conducta no asertiva de
signo opuesto a la inhibición que consiste en sobrevalorar las opiniones,
sentimientos e intereses personales sin tener en cuenta las opiniones, derechos
o sentimientos de los demás, incluso llegando al extremo de rechazarlas
ofendiendo o atacando a la persona que las profesa. La conducta agresiva puede
degenerar en violencia y maltrato familiar.
¿Cómo ser una persona asertiva?
1. Empieza a practicar tu
comunicación asertiva en lugares sencillos y con personas con las que tengas
más confianza
2. De menos a más difícil. Se
trata de ir afrontando situaciones de menor a mayor coste o impacto emocional
3. Responder de forma tranquila y con voz
moderada.
4. Mirar a la otra persona a los ojos.
5. Mantén una posición corporal
lo más relajada posible.
6. Sé constante y persistente
ante la negativa del otro.
7. Decide qué mensaje quieres transmitir y
mantenlo.
8. Si no lo ves conveniente, no
tienes porque dar explicaciones cuando digas que no.
Biografía:
ROCA, Elía, 2003, Cómo mejorar tus habilidades sociales. Programa de asertividad, autoestima e inteligencia emocional, Valencia: ACDE Ediciones, ISBN: 84- 931156-9-X, p.12
domingo, 1 de febrero de 2015
Concepto de Ética su objeto y su historia a traves del tiempo
Ética
“Ética”
deriva de la palabra griega ethos. Hay dos significados de “ética” en el lenguaje griego que revelan dos
modos de entender y explicar el comportamiento moral de las personas:
a)Êthos (hqox): significaba “carácter”, “modo de ser”. Este es el
sentido que tiene la palabra “ética” en los poemas de Homero (s. -IX o -IIIV), Iliada
y Odisea.
Según este
modo de entender la ética, el comportamiento moral depende del “carácter” o
“modo de ser” de las personas. El “carácter” o “modo de ser” está determinado
por la herencia (genética o social) y, por tanto, no se puede cambiar. Así,
pues, las normas y los valores morales son inmutables.
b) Posteriormente (s. -V), éthos (eqox) significó
“uso”, “costumbre”, “hábito”. Con este sentido aparece la palabra “ética” en
los escritos de la sofística, de Platón, de Aristóteles... Según esta manera de
entender la ética, el comportamiento moral depende de los hábitos o costumbres.
Los hábitos
o costumbres son producto del acuerdo social y, por tanto, se pueden modificar mediante
nuevos acuerdos sociales. Además como los hábitos o costumbres los aprendemos, necesitamos
de la educación moral para adquirir hábitos de “buen” comportamiento.
Según
una corriente «clásica», la ética tiene como objeto los actos que el ser humano
realiza de modo consciente y libre (es decir, aquellos actos sobre los que
ejerce de algún modo un control racional). No se limita sólo a ver cómo se realizan
esos actos, sino que busca emitir un juicio sobre estos, que permite determinar
si un acto ha sido éticamente bueno o éticamente malo.
Objeto de la Ética.
La Ética es
aquella parte de la filosofía que estudia la moralidad de los actos humanos,
esto es, la propiedad característica de las acciones que proceden de la
libertad humana en orden al fin último. De este modo, los temas clásicos de la Ética
son la naturaleza del bien y del mal, el bien perfecto del hombre o fin último
de todo su obrar, la ordenación del ser o norma objetiva del obrar y el juicio
de la inteligencia que la capta, que miden la adecuación de los actos humanos
con el fin último (ley y conciencia moral respectivamente), las causas
dispositivas del obrar humano (virtudes y vicios), etc.
Como se ha
visto sumariamente en la exposición del contenido de la obra, Sánchez Vázquez
tiene un concepto bien diferente de la moral. Para el autor, la Ética es «la
ciencia que estudia el comportamiento humano (moral) frente a la sociedad» (p.
16), de modo que la relación de los actos humanos a la comunidad, a los
intereses y necesidades del desarrollo social, sería la nota constitutiva de la
moralidad, de la bondad o malicia de una determinada actuación.
La moralidad
aparece no tanto como una propiedad intrínseca del obrar libre ordenado a un
fin, sino más bien como la característica de la conducta del hombre en cuanto
individuo que vive en la sociedad y para la sociedad (cfr. p. 8). Sánchez Vázquez
no concibe la moralidad como relación de los actos al fin último (Dios), sino
como una función social, por lo que afirma que «lo bueno debe buscarse:
primero, en la relación peculiar que existe entre el interés personal y el
interés general; y segundo, en la forma concreta que adopta esta relación de
acuerdo con la estructura social dada» (p. 138). No se puede fijar
universalmente la naturaleza del bien, pues lo bueno es adecuarse en cada
momento a la marcha de la colectividad, a los intereses e imperativos sociales.
Historia de
la Ética
1.- Mitología y Ética.
Muchos estudiantes griegos aprendieron ética al hilo
de la mitología. Todos los relatos con que cuenta la mitología griega son
extraordinariamente aptos para la reflexión ética. Algunos no son precisamente
edificantes, pero la mayoría sirven para extraer muy positivas consideraciones
morales aunque sea por contraste. No está claro el crédito que los maestros de
ética concedían a esos cuentos legendarios, pero para el caso es lo mismo: a la
vez que alimentaban maravillosamente la imaginación y las mentes de sus alumnos
-pocos pero muy influyentes en el futuro-, servían también como meditaciones de
hondo calado humano. Los dioses podían ser interpretados como la
personificación de los más altos deseos humanos, de tal manera que lo que el
hombre deseaba pero no podía lograr, lo conseguían los dioses. A veces esos
mismos dioses favorecían a los pobres y despreocupados humanos y, en otros
casos les entorpecían, cuando no les quitaban completamente el libre albedrío.
En muchas ocasiones pueden verse dioses con sentimientos tan humanos que
delatan por sí mismos quién los ha creado. Pero sirve asimismo para ver con más
claridad hasta donde puede llegar el hombre con su amor o con su odio llevado
al extremo.
Unos cuantos mitos servirán de ejemplo para estudiar
algunas enseñanzas éticas muy claras:
El mito de
Narciso: Narciso
era un joven muy bello que enamorado de sí mismo murió de inanición
contemplándose maravillado en las aguas de un estanque. Viéndose en el espejo
del agua que reflejaba su belleza corporal ya no fue capaz de otra cosa que
seguir mirándose hasta perder a sus amistades, su familia y la propia
vida. Tiresias ya había advertido a sus padres que Narciso tendría una
larga vida si evitaba contemplarse a sí mismo. Aunque el joven Narciso enamoró
a muchas doncellas asombradas de su belleza, no les hizo ningún caso. Una de
ellas, la ninfa Eco, irresistiblemente enamorada de Narciso y viéndose
rechazada por él corrió la misma suerte, pues se dedicó a vagar por las
montañas y, dejando de comer adelgazó tanto que quedó convertida en una voz
capaz de repetir únicamente el final de las palabras que escuchaba. En el lugar
donde murió nació una flor llamada «narciso» que desde entonces recuerda la
belleza del protagonista del mito. El comentario sobre la actualidad de este
mito no puede ser más propio. La abundancia de espejos por todas partes, de
salones de belleza, gimnasios, clínicas de estética corporal etc., prueba la
existencia de múltiples Narcisos y Ecos. Y el final de esas historias actuales también
concuerda con lo narrado por el mito. Lamentablemente existen demasiados
enfermos y enfermas de egoísmo en clínicas de rehabilitación. Anorexia y
bulimia son enfermedades muy graves, como también lo es el mirarse a uno mismo
hasta perder de vista a los demás.
El mito de Prometeo y Pandora: Prometeo
robó a los dioses las semillas de Helios para que los hombres pudieran
alimentarse. Indignado Zeus por este robo ordenó la creación de Pandora, una
mujer adornada de muchas cualidades. Hefesto le dio forma, Atenea le cedió su
ceñidor y la adornó lo que pudo. Las Gracias y la Persuasión le dieron
collares, las Horas le pusieron en su cabeza una corona de flores pero Hermes
puso en su pecho mentiras, un carácter voluble y palabras seductoras. Epimeteo,
hermano de Prometeo aceptó a Pandora enamorándose perdidamente de ella a pesar
de la advertencia que le había dado su hermano de no aceptar regalos de los
dioses. Pandora llevaba con ella una caja sin abrir que contenía todos los
males y desgracias (vejez, enfermedades, vicios, tristeza, pobreza, crimen) que
hasta entonces no existían en el mundo. En un momento dado Pandora abrió la
caja difundiendo todos los males por el orbe y la cerró justo cuando iba a
salir también la esperanza, con lo que la humanidad se vio sumida en una
realidad desgraciada. Como no salió la esperanza la existencia de todos los
hombres se convirtió en un drama.
Con este mito se quiere explicar cuál es el enigmático
origen del mal ¿Por qué si todos queremos el bien, sin embargo no lo hacemos?
¿por qué tantas veces hacemos el mal sin quererlo? ¿por qué lo que a unos les
perjudica a otros les beneficia? La caja de Pandora da una respuesta mítica
bien diferente del cristianismo, y mucho más negativa.
El mito de
Las Sirenas: Las Sirenas
son el prototipo de la seducción. Los cantos de sirenas son esas sugerentes
llamadas hacia algo muy atractivo, pero que conlleva la destrucción. Todos los
vicios se podrían definir como cantos de sirenas porque prometen mucho y en
realidad no dan nada, exigiendo de paso un sometimiento incondicional. Ulises,
sabiendo que iba a pasar con su nave cerca de la isla de las Sirenas, y
haciendo caso a la advertencia de Tiresias, ordenó a sus marineros que le
atasen al mástil del barco y que no pararan de remar hasta haber sobrepasado la
isla. Por si acaso, tanta era la precaución que se tomó que, reblandeciendo un
poco de cera tapó los oídos de los marineros para que no escucharan la
melodiosa voz de las Sirenas. Y es que Ulises conocía bien la debilidad de los
seres humanos que ceden fácilmente a la tentación que siempre se presenta
provocativa engañando fácilmente a todo aquel que, creyéndose valiente no toma
precauciones. Las Sirenas embelesaban a muchos con sus cantos para después
devorarlos y, Ulises, que imprudentemente no se había taponado los oídos, al
escuchar a las sirenas que le anunciaban que ya había llegado a Ítaca dónde le
esperaba su esposa Penélope, gritó a sus marineros para que le soltaran e hizo
lo imposible para desatarse, pero no lo consiguió. Y estos, al no oír nada,
franquearon el peligro. No hacen falta muchos comentarios para deducir que las
diferentes seducciones que a lo largo de la vida asaltan a los hombres, con
todo su atractivo, son cantos de sirenas; y todas las precauciones son pocas si
no se quiere terminar devorado por ellas. Pero ¿quién tiene la fortaleza de
atarse al mástil del barco o de taponarse los oídos con cera? ¿quién sabe
alejarse con decisión de las fascinaciones que llevan a la ruina?
Para determinar el comienzo de la filosofía, y por
tanto de la ética, suele decirse que ésta comienza cuando la humanidad da el paso
del mito al logos. Lo que esto quiere decir es que unos pocos hombres
comenzaron a no conformarse con la mitología para explicar el por qué de las
cosas, y buscaron sus causas naturales. Se debe añadir que filosofía y ciencia
no se distinguen en sus comienzos. Nacen a la vez cuando esos sabios pusieron
en duda esos relatos fantásticos y buscaron respuestas racionales naturales.
Si, por ejemplo, se ponía a llover y a tronar, esto no tendría que atribuirse
al enfado de unos dioses, sino a unas causas naturales que desde entonces se
investigan con mayor o menor éxito. Las predicciones meteorológicas fallan cada
vez menos. Las primeras teorías que esos filósofos aportaron pueden verse hoy
como rotundamente falsas y, sin embargo, ya no eran simplemente mitológicas. Si
por ejemplo, Tales de Mileto (639 – 546 a.C.) afirmó que todas las cosas
provenían del agua y a dicho elemento le atribuyó condición de origen del resto
de la naturaleza, en efecto, el filósofo se equivocó, pero su explicación
pertenece al ámbito de la ciencia y de la filosofía y no a la simple mitología.
Si sus discípulos rectificaron al maestro y trataron de exponer el origen del
mundo atribuyéndolo a otras causas, asimismo inciertas, también esas
explicaciones se revelaron erróneas, pero no eran tampoco mitológicas sino
científicas. No tuvieron otros medios para observar el mundo que les rodeaba
más que sus sentidos y su razón, y con esos medios, trataron de alcanzar alguna
verdad y consiguieron además sembrar la inquietud de seguir indagando. Los
primeros filósofos se ocuparon sobretodo de la naturaleza, y sólo mucho más
tarde de la antropología y consiguientemente de la ética.
El primer autor destacado que se ocupará del hombre,
de la ética, y consecuentemente de la política es Sócrates. Y ese interés por
la verdad sobre el hombre y sus respuestas le costará la vida a manos de sus
contemporáneos, los sofistas. Los sofistas eran considerados unos sabios
a los ojos de todos. Enseñaban retórica, el arte de convencer, como instrumento
para la política, y así, por las enseñanzas de Sócrates veían peligrar su
posición privilegiada. Pero Sócrates, una vez iniciado el camino de la razón y
de la objetividad no renuncia a buscar la verdad, el bien y la belleza, no para
unos pocos sino para todos. La mitología ha quedado ya como fabulación literaria
magnífica, pero falsa. Mucho mienten los poetas, dirá Aristóteles. Sin embargo,
no deberemos despreciar la mitología. Como hemos podido comprobar, la buena
literatura puede muy bien servir a la ética cuando aborda los temas humanos de
siempre. Y la mitología la consideramos desde hace tiempo, literatura,
literatura didáctica y moral en la mayoría de los casos.
Sócrates
(470 – 399 a.C.) ha pasado a la historia como un modelo de hombre íntegro que
prefirió morir antes que renunciar a sus ideas. Atenas le condenó a muerte
injustamente y él aceptó la sentencia con la conciencia clara de su inocencia.
Prefirió dar la vida como ejemplo de sometimiento a las leyes antes que huir de
la justicia o abdicar de su pensamiento. Sus amigos le facilitaron la huida
pero él rehusó y aceptó la muerte sin miedo. En la Apología de Sócrates,
su discípulo Platón relata el caso y la defensa que su maestro hizo de sí
mismo. Sócrates creía en la inmortalidad del alma y por eso no le importó dejar
esta vida dando muestra a sus discípulos de entereza moral. La historia, con muy
pocas excepciones, ha juzgado muy negativamente a los sofistas y encumbrado a
Sócrates.
En el fondo, su condena a muerte se debió al
enfrentamiento doctrinal que mantuvo con los sofistas que no soportaban oír a
Sócrates rebatiéndoles en el punto más vital de su pensamiento. La controversia
consiste en la búsqueda de la objetividad socrática frente a la subjetividad y
relativismo sofista. Dicho de otro modo, los sofistas pensaban que la ley la
hacen, caprichosamente, los hombres que ostentan el poder sin más referencias
y, en cambio Sócrates partía de la existencia de una ley natural que puede y
debe ser alcanzada racionalmente por cualquiera que haga el esfuerzo necesario
que todo trabajo intelectual conlleva. Los sofistas enseñan la retórica y
elocuencia necesarias para convencer, no de la verdad en la que no
creen, sino de lo que más convenga en cada momento. Sócrates quiere enseñar la
verdad.
Que sepamos, Sócrates no dejó nada escrito. Lo que
conocemos de este autor se lo debemos casi todo a su discípulo Platón, y alguna
referencia en los escritos de Aristóteles. Las obras de Platón son diálogos
entre varios interlocutores entre los que destaca Sócrates que lleva siempre el
peso de los argumentos, y la conclusión de los mismos. Podría pensarse que esto
es debido simplemente a un mero homenaje del discípulo hacia su maestro, pero
puede aventurarse la hipótesis de que esto se corresponde con el reconocimiento
de su pensamiento, que es fiel al de su maestro. Nunca sabremos completamente
qué es lo propio de uno y del otro y, sin embargo podemos establecer que el
intelectualismo ético es socrático y que Platón lo asumió enteramente.
El intelectualismo ético consiste en la
convicción de que para hacer el bien hay que saber lo que
éste es. Según esta teoría ética, el que sabe lo que es el bien, lo
hace necesariamente. Y al revés, si no se hace el bien es que no se percibe con
rotundidad lo que significa, es decir, no se hace uno cargo de lo que el bien
supone. Los que discuten este principio aducen que, en la práctica los hombres,
aún sabiendo lo que tenemos que hacer sin embargo no lo hacemos, y coligen de
ahí que por eso somos libres, y que en eso consiste la libertad. La cuestión no
es sencilla. Da la impresión de que la historia se desarrolla inconscientemente
contando con ese intelectualismo ético, cuando tanto se han esforzado los
hombres en la educación de las generaciones, una tras otra. Los Ministerios de
Educación de todos los países buscan la mejora en la enseñanza confiando en que
si los niños y jóvenes aprenden más, serán mejores y la sociedad avanzará en
todos los sentidos. Cuestión distinta será el contenido de los conocimientos
más convenientes, pero todos parecen estar de acuerdo en que saber más
es condición necesaria para ser mejores. Por vía negativa y con
otro ejemplo se puede llegar a la misma conclusión: en los establecimientos
penitenciarios se busca que los internos se formen, adquieran conocimientos
prácticos y se eduquen en valores para que no vuelvan a delinquir, es decir,
para que sean mejores. Y también por vía estadística se puede comprobar que
entre los internos de las cárceles abundan los que poseen una educación
deficiente o muy escasa. Así pues, la conclusión lógica del intelectualismo
ético es que los «ignorantes» hacen el mal, porque no saben lo que es «bueno».
Y la propuesta social que pretenden es mejorar el conocimiento a través de la
mejora en la calidad de la educación, manteniendo que así mejora la sociedad
necesariamente.
El
pensamiento ético de Platón (427 – 347 a.C.) como es comprensible, se deduce de
su antropología, es decir, de su concepción del hombre. Pero no tenemos ninguna
obra de Platón que trate selectivamente de este tema. Su ética la hemos de
entresacar de su filosofía que por lo demás está repartida de forma no
sistemática en sus escritos. Sus diálogos abordan diversos temas en forma
literaria, pero no es difícil apreciar el fondo de su pensamiento. Ha quedado
para los estudiosos de la filosofía elaborar la sistematización de sus ideas.
Para el filósofo griego el hombre está compuesto de
dos sustancias, el cuerpo y el alma. Esas dos sustancias son tan distintas como
la materia y el espíritu y lo insólito es que estén unidas siendo de naturaleza
tan diferente. De la misma forma que el agua y el fuego no se pueden combinar
por su distinta naturaleza, asimismo el cuerpo y el alma son irreconciliables y
no pueden llevarse bien. Uno prevalecerá sobre el otro. O bien el cuerpo manda
y entonces ahoga el espíritu, o bien, mandará el espíritu y entonces deberá
someter al cuerpo como un jinete ha de sujetar a su caballo, como sugiere el mito
del auriga[1]
que nos propone el filósofo griego. Para Platón, el cuerpo es la cárcel del
alma, pero ésta es espiritual e inmortal y, por el contrario, el cuerpo
material y compuesto. La muerte es claramente la escisión de ambas sustancias
y, mientras que el cuerpo se descompone al separarse, el alma escapa hacia otra
vida superior. También en esto Platón parece seguir a su maestro Sócrates. La
vida moral así entendida consistirá en el trabajo del hombre por liberarse de
la esclavitud material del cuerpo y ascender, con la sola inteligencia, al
mundo de las Ideas, mundo espiritual que le es familiar al alma. De esta forma,
el ateniense se declara contrario al hedonismo[2] porque supone que dar satisfacciones al
cuerpo y sus pasiones impide al alma elevarse hacia lo que le es propio, el
mundo eidético o de las Ideas. La virtud se entiende así como purificación,
como combate del alma contra el cuerpo, combate de lo espiritual que debe
imponerse a lo material. El alma desea la verdad que no se encuentra en el
sujeto sino más allá, en el mundo de las Ideas, pero el cuerpo tiene unas
necesidades materiales inevitables que ha de satisfacer. De esta manera para
Platón la falta de virtud se puede identificar con la ignorancia.
En La República, uno de sus más conocidos diálogos,
Platón nos habla de las virtudes principales que hacen referencia a las
distintas partes del alma. El siguiente cuadro es ilustrativo también para ver
la relación entre ética y política:
Partes del alma:
|
Racional
|
Irascible
|
Concupiscible
|
Virtudes:
|
Prudencia/ Sabiduría
|
Fortaleza
|
Templanza
|
Situación:
|
Cabeza
|
Tórax
|
Vientre
|
Carácter:
|
Inmortal
|
Mortal
|
Mortal
|
Política:
|
Filósofo - gobernante
|
Guardianes
|
Pueblo llano
|
La prudencia racional marca al individuo lo que debe
hacerse, pero hace falta la fortaleza y la templanza para llevarlo a cabo. El
ejercicio constante de esas virtudes hace al hombre y a la ciudad, felices. Si
individualmente los hombres consiguen la virtud y con ella la felicidad,
también la ciudad, la polis lo será. La virtud que parece faltar, la justicia,
es virtud social y consiste precisamente en dar a cada uno lo suyo, lo que
significa que cada miembro de la ciudad cumpla su papel y no se trastoque el
orden que Platón considera natural: el gobernante deberá gobernar
prudentemente, el guardián cumplirá con moderada fortaleza las órdenes del
filósofo gobernante y el pueblo llano mantendrá su vida con templanza, es
decir, con moderación de los placeres sensibles. Si el orden se invierte y por
ejemplo quisiera gobernar un mero guardián, no lo haría con prudencia y por
tanto gobernaría mal. Mucho menos, si gobernara alguien del pueblo llano no lo
podría hacer bien, puesto que no conoce la Idea de Bien y por tanto no está
capacitado para saber qué es lo que más conviene hacer en la práctica. Según el
pensamiento platónico, la política va ligada a la ética, lo que significa que
el estado ha de organizar las cosas para que la educación selectiva ponga a
cada uno en el lugar que le corresponde, según el nivel de conocimiento que
alcance. Si el intelectualismo ético es verdadero, el filósofo gobernará
teóricamente bien pues conoce la verdad de la Idea de Bien. Para Platón, solo
es filósofo el que conoce la Idea de Bien.
Discípulo de
Platón, Aristóteles (384 – 322 a.C.) se aparta un tanto del maestro en su
filosofía, pero sin embargo su ética se basa asimismo en las virtudes. La obra
principal en la que desarrolla su pensamiento moral es la Ética a
Nicómaco que dedica precisamente a su hijo, que así se llamaba. La
ética de Aristóteles suele reconocerse como una ética eudaimonista. Eudaimonía
es una palabra griega que puede traducirse por felicidad pero el significado
etimológico es un tanto distinto: la partícula «eu» significa en griego «bueno»
y «daimon» demonio. No obstante, el uso que se hace de demonio no es de
la encarnación espiritual del mal, sino que más bien debe ser traducido por
ángel, suerte… . Tener buen ángel es ser feliz entendiendo por felicidad un
estado extremadamente difícil de lograr, algo que no consiste en ser medio para
otra cosa, sino que precisamente es fin. Y el fin es el bien, que es lo
que todos quieren conseguir. El fin último del hombre es desde luego, el bien,
la felicidad. Teóricamente cuando se logra la felicidad ya no se quiere nada
más y, en cambio, Aristóteles percibe con claridad que la mayoría de los bienes
que suelen perseguirse, siempre se pretenden como medios para conseguir algo
que se valora todavía más. Si, por ejemplo, decimos que queremos terminar los
estudios y con eso seremos felices, probablemente no estamos siendo sinceros
porque una vez lograda esa meta, en seguida queremos otra, como por ejemplo
lograr un buen trabajo, y luego otra más, como por ejemplo casarse. Al final de
esa larga cadena está la consabida felicidad, el fin último del hombre.
El hombre es un ser eternamente insatisfecho y sus
deseos tantas veces mayores que sus posibilidades. Para Aristóteles, la ética
es una reflexión práctica encaminada a la acción. Pero para cada ser debe
desarrollar los actos que le hagan cumplir lo que le es propio, según su
naturaleza. La naturaleza de los peces, por ejemplo, les permite a la
vez que les obliga, a nadar y a vivir en el elemento líquido que le es propio.
Si los apartas de su lugar natural, mueren. De la misma manera, el hombre posee
una naturaleza exclusiva y sus acciones deben ser fieles a ella. Pero, nadie
discute que lo más propio del hombre es su racionalidad, luego su conducta más
genuina será pensar. De esta forma, el autor griego postula la necesidad que el
hombre tiene de pensar antes de hacer, y a eso le llamará fronesis,
prudencia, y consecuentemente, eso es lo que tiene que hacerle feliz. Actuar
prudentemente llevará pues a la felicidad. Desde luego, también percibe
Aristóteles que el hombre no es sólo entendimiento pues posee un cuerpo
material. De ahí que postule asimismo otras virtudes menores, propias del
cuerpo, que no hay que despreciar.
Aristóteles está de acuerdo con Platón en señalar a la
prudencia como la virtud fundamental. La prudencia es una virtud intelectual
que señala siempre con suficiente precisión lo que debe hacerse y marca convenientemente
el punto medio entre el exceso y el defecto del resto de las virtudes. Le llama
asimismo virtud dianoética porque entiende que la prudencia es la expresión de
la racionalidad práctica. A las demás virtudes les llamará virtudes éticas o
morales y en todas se destaca el hecho de ser hábitos, lo cual quiere decir que
no basta realizar actos valiosos pero aislados, sino que hay que lograr la
costumbre de hacer el bien continuamente. De ese modo, el hombre virtuoso es
feliz porque se sabe dominador de sí mismo.
Hedonismo es
una palabra procedente del griego «hedoné» que significa «placer». Según
esta teoría ética, los hombres buscan el placer en todos sus actos y eso sería,
para los seguidores de esta teoría, lo bueno. Pero hedonistas los hay de muchos
tipos. Para algunos, el placer es algo meramente sensible con el que el cuerpo
se asegura la supervivencia individual; y comprenderían los placeres de la
comida y la bebida; pero también la supervivencia de la especie lleva
aparejados placeres fuertes derivados de la sexualidad. Otros hedonistas,
superando ese primer nivel puramente fisiológico, dirían que los placeres son,
además de los anteriores, otros más elevados como la fama, el dinero o el poder
o incluso mucho mejor, todos juntos. Una ética hedonista más profunda
estudiaría los placeres y trataría de investigar una posible jerarquía de los
mismos, procurando definir cuáles son preferibles. De esta forma se llevaría a
cabo una clasificación de placeres según su carácter.
Epicuro de Samos (341 – 270 a.C.) es el filósofo de la
antigüedad que más teorizó sobre el hedonismo. Fundó su escuela en Atenas en un
jardín. Epicuro ha sido en ocasiones muy mal interpretado. Es cierto que este
autor defiende que es el placer el más elevado objetivo que el hombre ha de
perseguir de cara a la felicidad, pero se suele pasar por alto la distinción y
clasificación que hace de los placeres existentes. Explica Epicuro cuáles son
preferibles y llega a la conclusión de que el placer hay que entenderlo más
bien de modo privativo, es decir, como ausencia de dolor. Lo que, en último
término hay que lograr es la ataraxia[3], la tranquilidad de espíritu, que sería
el mayor placer posible.
Una primera distinción que Epicuro establece es entre
placeres sensibles y placeres espirituales. Y opina que son preferibles los
segundos respecto de los primeros. Los placeres intelectuales son mejores y de
más calidad que los materiales y corporales. Esa primera discriminación no la
debieron tener en cuenta muchos de los discípulos que justificaban ciertas
bacanales organizadas en su memoria. Por ejemplo, el poeta romano Horacio,
llegó a lamentarse porque, según comentó, en su juventud fue un puerco de la
piara de Epicuro.
En concreto Epicuro distingue entre placeres naturales
y necesarios, los cuales hay que satisfacerlos; placeres naturales
innecesarios, los cuales hay que limitarlos y los que no son ni naturales ni
necesarios, los cuales hay que esquivarlos. Entre los placeres naturales y
necesarios Epicuro pone el ejemplo de comer, beber, vestirse y descansar. Entre
los naturales innecesarios el filósofo griego incluye las variaciones
superfluas de los anteriores, como comer caprichosamente o beber licores y
vestirse de manera lujosa. Y entre los placeres que no son necesarios ni
naturales se encontrarían todos los nacidos de la pedantería humana como el
deseo de enriquecerse, de obtener poder u honor a toda costa, etc.
Tabla de posibles placeres
según epicuro
|
|||
PLACERES
|
Naturales y necesarios
|
Naturales innecesarios
|
No naturales e innecesarios
|
¿QUÉ HAY QUE HACER?
|
Satisfacerlos
|
Limitarlos
|
Esquivarlos
|
EJEMPLOS
|
Comer, vestir, descansar
|
Comer caprichosamente, beber licores, vestir con
lujo
|
Riquezas, poder y honor
|
El
estoicismo debe su nombre a la Stoa (Pórtico) de Atenas una escuela filosófica
donde se reunían sus partidarios por los años 300 a. C. con Zenón de Citio (333
– 264 a.C.) hasta el emperador romano Marco Aurelio (121 -180 d.C.) y también
Séneca (4 -65 d.C.) estaría incluido dentro de ella. Vivir conforme a la
naturaleza es el principio estoico por excelencia. Esta escuela buscaba la
mejor manera de vivir dentro de una naturaleza interpretada de modo materialista.
La ética que se desprende de la doctrina «física» del destino es de una cierta
apatía interpretada como desapego por todo lo que ocurre. Una ausencia de
afección como aproximación a la felicidad. Las cosas que ocurren no me deben
afectar y de hecho no me afectan si no quiero. No puedo dominar lo que ocurre
fuera de mí, no soy capaz de dominar a la naturaleza física, pero sí me puedo
dominar a mí mismo, si me ejercito en ello. El dominio de uno mismo constituye
el reto estoico a tener en cuenta. Tomando como punto de partida la fatalidad
de la naturaleza no podemos provocar que ocurra lo que deseamos. Vistas así las
cosas, la felicidad consistiría en liberarnos de los deseos, puesto que son los
deseos insatisfechos los que provocan en el hombre la infelicidad. La
conclusión que se sigue necesariamente será eliminar los deseos del hombre. El
hombre puede conocer lo que le pasa en su interior y esa introspección[4]
es el trabajo que debe tomarse para ser feliz, hasta dónde se pueda. Para estos
autores, el placer no podría ser considerado nunca un fin en sí mismo, -algo
que debiera buscarse-, sino más bien un resultado, es decir, algo que acompaña
a ciertas actividades susceptibles de ser en sí mismas buenas o malas.
Las pasiones alejan al hombre de la felicidad porque
le provocan desasosiego y le hacen perseguir bienes materiales la mayoría de
las veces imposibles. Según Crisipo las pasiones son de cuatro tipos:
·
el dolor ante el mal presente,
·
el temor ante el mal futuro,
·
placer ante el bien presente y
·
deseo ante el bien futuro.
Con la razón el hombre debe lograr la indiferencia
ante los bienes exteriores y conseguir la virtud interior. Todo lo que no sea
virtud ni vicio no será tampoco ni malo ni bueno. De esta forma, por ejemplo,
la salud, la enfermedad, la riqueza o la pobreza si no son debidos a virtud o
vicio nos deben dejar indiferentes, pero para distinguir bien estos asuntos es
necesario aplicar bien la razón, la sabiduría moral. Las virtudes que los
estoicos consideran cardinales, es decir fundamentales, son las conocidas:
prudencia, fortaleza, templanza y justicia.
Otra consideración interesante de raíz estoica es que,
como todos los hombres poseen la misma razón, sólo puede haber una sola ley y
una sola patria. El estoico es ciudadano del mundo y no de ningún estado
particular. A esta postura política suele llamársele cosmopolitismo.
Dice José
Ramón Ayllón en su Introducción a la Ética que: «El
cristianismo no es una ética, pero la revolución religiosa que origina tiene,
como gran efecto secundario una extraordinaria revolución ética»[5].
La ética cristiana supone, en efecto, mucho más que unos principios o
reglas sobre la conducta humana. El cristiano debe saber que la ética que
debe practicar consiste en imitar a una persona, a Jesucristo, que dio la vida
por amor de los hombres. Ese Amor no tiene medida, es un amor desmedido hacia
cada uno de los hombres. Pero ante la dificultad o más bien imposibilidad de
lograrlo se alza la promesa del mismo Redentor que asegura que lo que es
imposible a los hombres es posible para Dios[6]. En otras palabras, que el cristiano ha
de contar con la gracia, con el favor de Dios sin el cual no podemos hacer
nada[7].
La ética cristiana puede resumirse en el Sermón de la Montaña, lo cual hace ver
que no se trata de una ética de mínimos sino de máximos. La propuesta que
Jesucristo hace a sus discípulos en el Sermón de la Montaña es verdaderamente
exigente, por no decir, utópica. Lo que se le pide al cristiano es superior a
sus posibilidades, por eso se requiere el auxilio del mismo Dios, de su gracia.
Dios ayuda al cristiano. El cristiano puede contar con el favor de Dios, con su
auxilio para vivir con la exigencia sublime de superar el egoísmo. Por ejemplo,
el mandamiento nuevo del amor, es modelo del empeño que debe seguir un
cristiano: Amaos unos a otros como Yo os he amado[8]. Claramente ello implica dar la vida, o
por lo menos estar dispuesto como Jesucristo que afirma que nadie tiene amor
más grande que el que da la vida por sus amigos[9]. Y para eso hay una condición
indispensable que el mismo Jesucristo enseña: negarse a uno mismo[10]
porque, en efecto, si hay que seguir al Salvador y tomar la Cruz, eso no puede
hacerse con facilidad. Es imprescindible acabar con el egoísmo. Ya avisa el
nazareno: porque el que quiera salvar su vida, la perderá, y el que
la pierda por Mí y por el evangelio, la salvará[11]
Hay una cuestión añadida que necesariamente hay que
indicar: así como los filósofos han aportado sus teorías tratando de aportar su
granito de arena en la búsqueda de la verdad, el cristianismo, o mejor, el
mismo Jesucristo sostiene que Él es la Verdad, además de Camino y Vida[12].
Ningún filósofo se ha atrevido jamás a decir algo así y de forma tan
tajante. Una de dos: o Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios y por
tanto capaz de hacer semejante afirmación, o no lo es y entonces…. Pero
Jesucristo no es sólo portador de ideas atractivas, Jesucristo «encarnó»
esas ideas y por eso tuvo y sigue teniendo sus testigos. La palabra «mártir»
significa precisamente «testigo». Los mártires fueron capaces de afrontar la
muerte violenta, como el mismo Jesucristo, porque fueron testigos de sus
enseñanzas, pero sobretodo de su vida, muerte y de la resurrección sin la cual,
nada tendría sentido. La fragilidad de tantas propuestas filosóficas se cambia
en el cristianismo por la seguridad de la fe. Además de los motivos clásicos de
credibilidad, la fe es razonable también porque a tal Testigo se le puede y
debe seguir. Pero para eso, esa fe ha de estar acompañada de unas obras
coherentes con ella, es decir, una respuesta ética. Repetimos, el cristiano no
se enfrenta él solo ante el problema ético. Jesucristo va Él mismo por delante,
le acompaña porque no sólo es Verdad, sino Camino moral, y Vida
de gracia.
Por otra parte, los diez mandamientos de la antigua
ley mosaica se resumen en la novedad evangélica en dos reglas básicas que no
son propiamente obligaciones onerosas sino compromisos de amor: «ama a Dios
sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo». Precisamente San
Agustín llegará a describir la libertad del cristiano con una sencilla
propuesta ética: ama y haz lo que quieras. Y es que el que ama, hace el
bien necesariamente y lo hace libremente.
Los autores medievales que reflexionaron más sobre la
teología cristiana y le dotaron de una base filosófica fueron probablemente San
Agustín (354- 430) y Santo Tomás de Aquino (1224- 1274). San Agustín en el
siglo IV contó con el platonismo tomado de un autor llamado Plotino. Santo
Tomás, conocedor del platonismo, tiene noticias sin embargo de Aristóteles a
través de los árabes afincados en la península ibérica. No obstante, al
sospechar que el Aristóteles que le llegaba por esa vía pudiera estar mal
traducido o interpretado buscó a un compañero dominico que le tradujera
directamente del griego al latín las obras del estagirita[13].
Las Confesiones, y La Ciudad de Dios de San Agustín, fueron dos
obras que influyeron muy positivamente en el pensamiento posterior. En la
primera, San Agustín relata su camino de conversión desde el paganismo y
maniqueísmo[14]
y reflexiona sobre algunas teorías filosóficas de su tiempo. La ética que se
trasluce en esta obra autobiográfica es muy personal. Parte de que Dios ilumina
la conciencia de todos los hombres para que estos le reconozcan en su interior:
«Tú me buscabas fuera, y Yo estaba dentro de Ti»[15]. Y otra cita célebre: «Nos has hecho
Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta descansar en Tí[16]».
Así pues, San Agustín comprende que las buenas acciones que el hombre está
capacitado para llevar a cabo, en realidad están sugeridas por Dios mismo, que
le ilumina desde el interior. Pero hay que seguir esas indicaciones. El hombre
es libre de seguirlas o no, y de esta manera es capaz de lo mejor y de lo peor.
El problema del mal es abordado por San Agustín de
forma magistral. El mal no tiene entidad; es negatividad, ausencia de bien. De
alguna forma el mal está emparentado con la nada, pero la nada no es y por lo
tanto el mal reside en un bien mayor, igual que la enfermedad (mal) reside en
un ser humano (bueno). El enfermo es un ser humano al que le falta la salud
pero sigue poseyendo otras muchas cualidades. Y el mal físico no es el peor,
para San Agustín puesto que el pecado, mal moral, es la verdadera ignominia y
la causa de los mayores desastres de la humanidad. Pero San Agustín supera el
problema por elevación. El “Ama y haz lo que quieras” es una propuesta tan
sencilla, como clara y exigente. En el amor se resume la vida ética cristiana.
Sabe muy bien San Agustín que el que ama ya hace después todo lo que tiene que
hacer y mucho más, porque el amor no se contenta con cumplir. Es excesivo
y gratuito por sí mismo.
La Suma Teológica es el resumen de doctrina
católica que Santo Tomás legó a la posteridad y constituye, todavía hoy,
una obra de referencia en muchos puntos, tanto de teología dogmática como
moral, y siempre de obligada consulta. Como es sabido, la teología requiere de
una filosofía básica para desarrollarse y, en este caso, esa filosofía es la
aprendida fundamentalmente de Aristóteles y desarrollada por el propio Aquinate[17].
En cuestiones morales sigue pues básicamente la Ética a Nicómaco, si
bien añade la gracia como ayuda sin la cual no se pueden desarrollar las
virtudes, no sólo las sobrenaturales, como es lógico, sino también las
cardinales. El cristiano debe contar con la ayuda de Dios que recibe a través
de la gracia. Esa gracia le viene por el canal de los sacramentos y la oración
y requiere verse acompañada por la acción libre del sujeto. Esa gracia, más la
correspondencia a dicha gracia que es la lucha ascética cristiana, hace al
hombre santo, es decir, sagrado, escogido por Dios como colaborador libre de la
redención de todos los hombres. Dios llama a todos sus hijos a seguir sus pasos
mediante la fe, y las obras que confirmen dicha fe.
Bibliografía:
SANCHEZ VAZQUEZ, ADOLFO ÉTICA
Editorial Grijalbo, S. A. (1ª ed., México, 1969) México, 1974, 10ª ed., 239 pp.
https://sites.google.com/site/eticacivica4oeso/ud-4-historia-de-la-etica-filosofia-antigua-y-medieval
https://www.nodo50.org/filosofem/IMG/pdf/etica1c.pdf#page=1&zoom=auto,-178,848
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